Hola a todos, amigos. Tras su brillantísima victoria por 1-0 ayer ante Italia, España es la sensación de la Eurocopa. Sólo Alemania puede arrogarse el papel de favorita de una manera clara por encima de la selección dirigida por Luis de la Fuente. Francia o Inglaterra siguen estando ahí, pero mucho más en virtud de la calidad que se le supone a sus jugadores que de lo que han demostrado a esta altura del torneo, que ha sido bien poco. Por el fútbol llevado a cabo, sólo España hace sombra a Alemania y, si no fuera porque en los eventuales cruces ambas selecciones (la de De la Fuente y la de Nagelsmann) se encontrarían en Cuartos, nos darían ganas de asegurar que España es firme candidata al triunfo final. O sea, que Marca a lo mejor se pasa hoy con lo de los sueños “a lo grande”, pero razones para admirar el fútbol patrio hay.
Ayer se demostró que arrollar a Croacia no fue un accidente. A España sólo se le puede achacar una fatalidad algo bisoña a la hora de definir, pues debió ganar por más goles y no sólo merced a la fatalidad de un tanto en propia meta de los italianos. Demostró verticalidad, talento a raudales, energía, visión, organización, virtuosismo. Hemos criticado a Luis de la Fuente, pero si hemos de rectificar lo haremos sin ambages. Es posible ser un apesebrado que aplaude a Rubiales y aleja a Brahim y, a la vez, un buen entrenador. Está liberando a la selección del corsé táctico del TikiTaka. Esta España no es rehén de ningún dogma futbolístico, lo que inevitablemente genera algunas tímidas simpatías, que creíamos olvidadas. Juega bien, y eso ayuda, se llame España o se llame como se llame.
Pues sí. “España es una fiesta”, y lo seguirá siendo si prosigue en esta senda de excelencia. Como también dice As, el marcador “no refleja” la superioridad hispana. Habrá que ver a este equipo frente a escuadras con verdaderos pesos pesados en la delantera (Mbappé, Kane, Havertz), sobre todo si De la Fuente persiste en alinear a jóvenes que juegan en Arabia por encima de quien acaba de ganar su sexta Champions League, pero de momento juega mucho y bien. Carvajal es la gran estrella consagrada, aunque juegue en una posición tan poco “de” estrellas; en el centro del campo, ha afianzado el dúo Rodri/Fabián, jugador boya + box to box en vías de consagración; arriba, dos auténticas perlas como Nico Williams y Lamine Yamal, que están deslumbrando, acompañados por un Morata que demuestra más sus dotes goleadoras cuanto más se olvida de combatir mediáticamente una inexistente campaña en su contra.
La prensa cataculé también se rinde al fenómeno de la Selección, haciendo hincapié en su golden boy Lamine. Donde hay talento sólo cabe reconocerlo, y es posible que esta vez no estemos ante un hype de la Masía, infladísimo por la prensa afín, sino ante un futbolista realmente prometedor. Lo mismo diríamos de Nico Williams, delantero al que estaríamos como locos por traer al Madrid, si no fuera porque no nos hace falta al tener ya a los mejores. Nos sobraría, literalmente.
Hace unos días publicábamos un portanálisis/editorial títulado “No es obligatorio apoyar a la Roja“. Era un acto de rebeldía. Desde los medios de comunicación españoles se da por hecho que toda persona con DNI rojigualda debe apoyar la Selección llamada España o hasta la Roja, y nosotros reclamábamos el derecho a negarse a hacerlo. Quien no quiera admitir que su país sea representado por un equipo regido por la corrupta RFEF, entidad putrefacta hasta el tuétano (desde la presidencia hasta el estamento arbitral), tiene esa prerrogativa. Si eres madridista, has asistido además a un ejercicio de alejamiento emocional de la Selección, reivindicada (y de hecho secuestrada) como herramienta para dañar el prestigio del Real Madrid durante lustros.
Sin embargo, el mismo ejercicio de libertad que nos faculta a renegar de la selección por ser el equipo de la RFEF y el mundo anti puede conducirnos a trascender el que lo sea y considerar que nos representa como equipo de España, por encima de esas variables. Probablemente no haga falta decirlo, pero es igualmente legítimo. Si fuera preceptivo renegar de la selección porque sea el equipo de Rocha o de Medina Cantalejo, también habría que desear el fracaso de los atletas españoles en los Juegos Olímpicos, caso de no gustarnos el gobierno coyuntural de la nación. ¿No convendría quizá disociar, impedir que se entienda en exceso la mancha de nuestro desafecto?
En La Galerna abogamos siempre por la libertad (cuánto más por la libertad de los sentimientos, con frecuencia incontrolables), y seguiremos con interés el devenir de esta prometedora selección española -con tres madridistas en sus filas- en lo que quede de Eurocopa.